jueves, 5 de junio de 2014

¿Por qué no interesa en España la Teoría de la Federación de Olivier Beaud? (I)






Partamos de la constatación: de entre los títulos –numerosos- que se han publicado sobre el federalismo el último año –se podría ampliar el plazo con idéntico resultado-, ninguno, si dejo de lado el mío (Tres maneras de entender el federalismo: Pi y Margall, Salmerón y Almirall. La teoría de la federación en la España del siglo XIX), se hace eco, discute, comenta o tiene en cuenta el que se puede considerar es el ensayo teórico más ambicioso, riguroso y desapasionado que se ha hecho sobre el federalismo en mucho tiempo. Me estoy refiriendo a la Théorie de la Fédération de Olivier Beaud, publicada en 2007 (Paris, PUF), libro rápida y magistralmente vertido al castellano por la editorial Escolar y Mayo (2009). No ha lugar por consiguiente la excusa de la ignorancia de la lengua francesa.
Para mí, que vengo leyendo cuanto se edita sobre el federalismo, principalmente en España, la publicación de la obra del Profesor Beaud, reconocido constitucionalista francés y autor entre otras de una obra de obligada lectura para politólogos y iuspublicistas (La Puissance de l’Etat, Paris, PUF, 1994), fue un encuentro marcado por la admiración que se tiene ante las grandes obras y un momento de esperanza. La admiración, para el que sepa algo de derecho y de teoría del Estado, es obligada pues la maestría y el rigor con el que Beaud aborda el peliagudo tema del federalismo, desde una perspectiva reflexiva y crítica, y sin abandonar con todo el método positivista y el comparatismo que abrazan irreflexivamente tantos estudiosos en ciencias jurídicas y políticas, son simplemente abrumadores. La esperanza, por otra parte, era lógica, pues el federalismo es un tema en el que abundan los textos teóricos de mediocre factura, bellas palabras y fórmulas (la unidad en la diversidad, el pactismo, el Estado sin soberano, etc.), huecas las más de las veces, ininteligibles, vale decir difícilmente trasladables a la realidad o a algo que tenga sentido en términos de derecho público, un tema en definitiva en el que por ser escasos los estudios teóricos sólidos, rigurosos y provistos de los medios de dicha empresa o ambición teórica, no son pocos los que disertan sobre el federalismo como si de la luna o de las estrellas se tratara. La esperanza era lógica en 2007, y no sólo por el contexto de incertidumbre en el que llega (en la UE, Bélgica, España, etc.). Cuando un estudio tan ambicioso, riguroso y completo sale a la luz en un páramo como el del federalismo, es de esperar que se tenga en cuenta, se discuta y se valore, que se avance en las discusiones y debates todo lo que dicho trabajo permita avanzar, que es mucho.  
Para que los no especialistas del tema puedan entender la importancia del libro de Beaud, cuyos principales méritos comentaré en otro post, podría decirse –tratando de evitar exageraciones- que el nivel alcanzado en cuanto a claridad y objetividad en su comprensión, explicación y descripción de las experiencias federativas pasadas y presentes en derecho público supone una auténtica revolución científica, similar a otras operadas en otros campos. Beaud nos permite ver lo que antes no veíamos, o por lo menos no de manera clara y contrastada, del mismo modo que otras teorías nos han permitido avanzar en nuestra comprensión del mundo. Así es la ciencia: avanza negando lo que creíamos saber. Es una revolución en ese sentido: da un vuelco a nuestro conocimiento sobre lo que ha sido, es y significa el federalismo como forma jurídico-política. Y es científica dicha revolución pues se hace al margen de las ideologías, o contra ellas, como debería ser todo trabajo científico. En efecto, conviene recordar que entre los estudiosos del federalismo es costumbre ya catalogar a los unos o a los otros en función de la que se cree es su familia política. Fulano es “federalista centralizador” y por eso dice lo que dice. Mengano es “federalista centrifugador” y por eso dice lo que dice. No es que sea una manera de argumentar brillante ni mucho menos irrebatible pero es justicia decir que esto existe en nuestro campo de estudio. Por lo demás, justo es también decir que hay autores que dicen lo que dicen sobre el tema por motivos que desde luego no son científicos, y autores que adoptando una posición científica relativamente pulcra ven tildado su trabajo de panfleto al servicio de qué sé yo qué partido o empresa política. Todo lo que se puede decir al respecto es que el cuadro no es de lo más brillante y esperanzador desde luego.    
Pues bien, volviendo a Beaud, da la circunstancia de que al constitucionalista francés no se le conoce ningún apego especial al federalismo, ni por razones personales, ni políticas, por lo menos en Francia, país donde el federalismo brilla por su ausencia total. Dicho de otra manera, con Beaud eso de que “es que es un federalista”, y aún más, eso de que “es un federalista de tal o cual familia ideológica”, simplemente no funciona. Y no funciona porque ni creo que se pueda afirmar que Beaud es federalista, ni mucho menos tiene sentido decir que es un federalista de tal o cual familia. En claro: con Beaud tenemos a uno de los más prestigiosos constitucionalistas franceses –y Francia los hay muy buenos- y además difícilmente se podrá encontrar en su trabajo motivaciones mal o bien encubiertas para darnos gato por liebre, es decir para hacer pasar su preferencia ideológica por obra científica pura.
Volveré sobre el tema en profundidad más adelante pues me temo que esto da para mucho, mas me permito adelantar ya –y no sorprenderá tras lo dicho- que la ausencia total de la obra de Olivier Beaud en el debate académico –sobre todo- y público sobre el federalismo en la España actual obedece a razones que no parecen científicas. Y no lo pueden parecer porque una obra del tamaño y ambición de la Teoría de la Federación no puede ser ignorada en estudios que pretenden realizar una valoración completa del problema federal en España, sobre todo teniendo en cuenta que el trabajo de Beaud contradice aspectos centrales de sus análisis y conclusiones. Lo dejo aquí por hoy.    

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