Esta mañana, leyendo un texto sobre verbos pronominales y transitivos, no
he podido evitar pensar en el proyecto del PSOE y del PSC de “federar” España.
“Federar” es un verbo transitivo, es decir, uno de esos verbos cuya “acción
pasa a una persona o cosa distinta del sujeto que la ejecuta”. “Federar
España”, pues de eso se trata en la propuesta de los socialistas españoles y
catalanes, significa organizar federalmente (la acción del verbo) el Estado o
territorio español (la persona o cosa sobre la que se ejecuta la acción), pero
nada se nos dice sobre cuál ha de ser el sujeto (distinto de la persona o cosa
sobre la que se ejecuta la acción) del verbo transitivo “federar”. Si el sujeto
que realiza la acción es distinto del objeto o persona sobre la que se ejecuta,
entonces habría que pensar en un sujeto de la acción (sujeto político, claro)
ya sea singular (un ente que eventualmente tome el control político de España y
la organice federalmente, un poco al estilo de lo que pasó con Alemania tras la
2ª Guerra Mundial), o, más común en la historia del federalismo, en un sujeto
plural, esto es, distintos sujetos políticos (Pueblos o Estados soberanos) que
deciden unir sus respectivos territorios y fuerzas en uno más grande, y que
organizan federalmente. Obviamente, ni el PSOE ni el PSC tienen en mente alguna
de esas dos opciones.
De esto se deriva que si lo que se quiere (como se deduce del proyecto de
PSOE y PSC) es que el sujeto de la acción “federar” (pongamos el Pueblo o la
Nación española) sea el mismo que el objeto o persona sobre la que
se ejecuta la acción (el territorio y Estado actual de ese Pueblo o Nación),
convendría cambiar el valor del verbo "federar", y pasarlo de transitivo a
transitivo reflexivo (“me golpeo”, yo –sujeto- golpeo a mí mismo –objeto) o a transitivo
reflexivo recíproco, o pronominal recíproco, como también se le llama (“nos saludamos”,
recíprocamente se entiende), esto es, pasar de “federar” a “federarse” (o “federarnos”).
Siempre he pensado de hecho que el federalismo tiene una lógica más propia
de los verbos con valor reflexivo (aun transitivos) o pronominal recíproco que
de los transitivos puros. En mi opinión, expresan además con mayor claridad la
identidad del sujeto de la acción ejecutada (federar). Ocurre, en efecto, con los
transitivos puros, que al no ser el sujeto el mismo que la persona o cosa sobre
la que el sujeto ejecuta la acción, muchas veces, siempre hablando de
federalismo, queda sin saber quién es el verdadero sujeto de la acción, es
decir, quién federa lo que se acaba federando. Una frase como “hay que federar
España”, nada dice claramente sobre quién lo ha de hacer. El sentido común,
pensarán muchos, nos dice implícitamente que es España misma la que tiene que
federar España, pero entonces, aunque sólo sea por hablar con un mínimo de
corrección, habría que decir que “España tiene que federarse” (a sí misma),
recuperando así la forma reflexiva. Pero no es únicamente una cuestión de
corrección lingüística la que invita a preferir la forma reflexiva o pronominal
cuando hablamos de federalismo, ya sea para decir que “España se federa”, ya sea
para decir que los “Pueblos de España se federan” (el plural necesario de la oración
pronominal recíproca), sino las ventajas, en términos de claridad y
transparencia política, que se derivan de una expresión clara e inequívoca del
sujeto de la acción. Y esto es así porque evidentemente más clara es cualquiera
de las dos expresiones de forma reflexiva utilizadas (“España se federa” y “los
Pueblos de España se federan”), aun cuando –es preciso subrayarlo- estén
postulando dos modelos federativos muy diferentes, uno nacional el primero,
otro plurinacional el segundo, que permanecer en la ambigüedad de no saber con
certeza quién es el sujeto político de la acción. La claridad en estos casos es
siempre de agradecer pues facilita el buen entendimiento de cuestiones tan
importantes como la del reparto de competencias, la financiación, etc.,
cuestiones a las que naturalmente se le dará una respuesta diferente en cada
uno de los modelos federales citados (nacional y plurinacional).
Pero iría incluso más lejos en esta reflexión. Es algo comúnmente aceptado
entre los estudiosos del federalismo que la diversidad o el pluralismo es uno
de sus rasgos característicos, y si hoy hay quien, con dudoso criterio, deriva
el federalismo del principio de unidad de la nación, por sólo dar este ejemplo,
no hay que olvidar que tenemos una ya larga y fecunda tradición federalista
(desde Montesquieu, pasando por los Founding
Fathers norteamericanos, hasta hoy, incluso en el federalismo europeo) que
deriva el federalismo y la federación de la pluralidad o pluralismo de sujetos
políticos que lo y la constituyen. Lo cual, retomando el hilo de lo comentado,
lleva a preferir también la forma reflexiva, o pronominal recíproca, en plural
(“federarnos”), a la forma reflexiva, en singular (“federarse”, entiéndase a sí
mismo), y ello por la razón sencilla de que la forma reflexiva implica un
sujeto de la acción “federar” que es singular, y no plural como pide un
federalismo bien entendido, y la oración pronominal recíproca, por supuesto.
E pluribus unum, esto es, “de muchos, o a partir de muchos, uno”,
dijeron los Padres del federalismo norteamericano, y no E unum pluribus, “de uno, o a partir de uno, muchos”. Y es que
hablar del federalismo tomando como punto de partida la unidad (“federarse”)
es, si se me permite la comparación, como preferir la expresión, tan malsonante
como de difícil inteligencia, “yo me federo”, a una expresión tan clara como
“nosotros nos federamos”. Es decir, es una manera de pensar el federalismo muy
torpe, escasamente clara, en el sentido en que introduce grandes dosis de
inseguridad jurídica y conflicto en el sistema creado, y además de muy dudosa
lógica federalista.
En resumen, habría que distinguir dos niveles. En el primero habría que
diferenciar “federar”, con valor transitivo, y que implica una acción de sujeto
sobre un objeto o persona distinta de él, lo que equivale en nuestro caso a
imponerle una determinada forma federal a un pueblo o grupo de pueblos
distintos del sujeto de la acción, de “federarse”, es decir la forma transitiva
reflexiva, que significa darse a sí mismo una forma federal. En el segundo
nivel, habría que diferenciar la forma transitiva reflexiva cuando el sujeto que
federa es singular y el objeto sobre el que se ejecuta esta acción le es
idéntico (España, en nuestro ejemplo), y la forma transitiva reflexiva plural,
o pronominal recíproca, cuando el sujeto que federa es plural y el objeto sobre
el que se ejecuta esta decisión también (nos federamos los unos con los otros,
y no cada uno por separado).
No sé Ustedes qué pensarán, pero a mí me parece que el valor pronominal
recíproco del verbo “federar” (federarnos), necesariamente en plural, pues de otro modo no
hay reciprocidad, es el que refleja mejor la lógica pluralista característica
del federalismo.
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