La impresión
que se tiene al leer las respuestas a las preguntas hechas por el Diari ARA a un reducido grupo de
expertos del federalismo es que todo vale: “Hi ha tants models de federalisme
com estats federals”.
Imagine que va
usted a ver a un médico experto (o a cualquier profesional experto en lo suyo)
y le dice lo siguiente: “Bueno, esto que usted tiene no sé muy bien qué es
porque depende de muchos factores, y se presenta de manera diferente en cada
paciente, etc.”. Vamos, que se vuelve usted
a casa sin saber lo que tiene y sin tratamiento, o con tratamiento para
algo que no tiene... Pero no se vaya a
pensar que tiene usted una enfermedad rara, y que por eso el médico experto no
supo reconocerla y proponerle un tratamiento, o proponerle uno que no cura lo
que usted tiene. No, usted fue con gripe al médico y se volvió a casa sin
respuesta y solución clara para lo que tenía. Esto es lo que pasa con las
respuestas de los expertos al cuestionario del Diari ARA, que se queda uno sin saber lo que tiene, aquí sin saber lo que es o para qué sirve el federalismo.
De las cuatro
preguntas hechas por dicho periódico (1. Quin model federal seria òptim? 2. Cal
ser estat abans? 3. Es viable a Espanya? 4. Per què no ha reeixit?) sólo me
interesa centrarme en las dos primeras, que son las que tienen una respuesta
más técnica y clara (de experto) y mejor permiten también definir lo qué es el
federalismo, sus formas y su utilidad. Comentaré primero brevemente por
separado cada respuesta, antes de hacer un comentario general de las
respuestas, también breve, y proponer respuestas mínimamente claras a las dos
preguntas consideradas.
1. ¿Qué modelo federal sería óptimo?
La pregunta,
si la entiendo bien, se refiere al modelo federal óptimo para el caso español.
Las respuestas de los expertos son de lo más vagas y evasivas:
Respuesta
experto 1: “No hay modelos de federalismo tipo prêt-à-porter. Cada
federalismo, de los que existen y conocemos hoy en el mundo es el resultado de
acuerdos políticos específicos y tradiciones históricas propias. Y estos
modelos se va readaptando según lo piden las condiciones sociales de cada
momento”. Mi comentario: no se contesta a
la pregunta, ni se da explicación alguna de lo que puede ser el federalismo.
Respuesta
experto 2: “Pienso en un modelo de articulación federal cooperativo y
asimétrico en función de las aspiraciones de cada territorio. Debe responder a
un diseño institucional horizontal y transversal”. Mi comentario: ¿qué se entiende por cooperativo, asimétrico, horizontal
y transversal? Se contesta a la pregunta con vaguedades.
Respuesta
experto 4: “Habría de ser del estilo del
canadiense, que reconoce la plurinacionalidad de manera explícita, y el derecho
de secesión, que en Canadá se reconoce de manera implícita con la sentencia del
Tribunal Supremo sobre Quebec”. Mi
comentario: Es la única respuesta algo precisa, aunque sin duda sobrevalora el
carácter plurinacional de la federación canadiense, más realidad cultural que
jurídico-política, pues de otro modo, es decir, si hubiera una igualdad
jurídica entre las diferentes naciones que forman la federación canadiense, no
habría sido posible imponerle a la provincia de Quebec, entre otras cosas, la
repatriación de la Constitución en 1982.
Respuesta
experto 4: “Modelos de federalismo hay tantos como países federales. En el caso
español probablemente convendría un modelo de federalismo que, además de
garantizar los derechos y deberes de todos los ciudadanos, también reconozca
las asimetrías y diferencias de una España plurinacional. Es decir, que reconozca
las singularidades territoriales. No se trata tanto de un problema de
bilateralidad, de dar un trato diferente a Cataluña, sino de una cuestión de
asimetría”. Mi comentario: no se define
mínimamente el federalismo (todo vale), ni se explica cómo llegar a ese modelo
de “asimetrías” y “pluralismo nacional”, ya existentes de hecho, ambas cosas
(asimetría y pluralismo nacional), en el modelo español actual.
Respuesta
experto 5: “Cada modelo federal es diferente. En el caso que nos ocupa, lo
tendríamos que inventar, como de hecho hemos inventado el Estado de las
Autonomías, que ya es en cierto modo federal. Hay que retocar el modelo
autonómico para convertirlo en un modelo federal con asimetría fiscal”. Mi comentario: todo vale de nuevo. Venga, un
empujoncito más y lo que ya tenemos -que ya es federal, dice el experto- lo
será ¿más? ¿mejor?...
Comentario
general: De las respuestas de los expertos se entiende (1) que hay tantos
federalismos como sistemas federales y (2) que para definirlo hay que recurrir
a vaguedades y términos oscuros, que no se definen tampoco, como “asimetría”,
“cooperación”, “horizontalidad” o “plurinacionalidad”. El problema es que de
este modo da la impresión de que todo vale, y de que para definir el objeto
federal (el federalismo) vale lo mismo o tan importante es fijarse en Rusia,
España o Argentina, que fijarse en los EEUU o en Suiza. Como por lo demás, esos
términos técnicos “expertos” que los expertos utilizan tampoco se definen
mínimamente, nos quedamos en el estado de ignorancia o confusión en el que
estábamos antes de hacerse la pregunta.
¿Cómo
contestar de manera clara y precisa a la pregunta 1? Bien, en los estudios
federales se viene distinguiendo entre contextos políticos en los existe un
conflicto entre diferentes nacionalismos, y contextos políticos en los que
dicho conflicto no existe. Un ejemplo de lo último sería Alemania o los EEUU.
Un ejemplo de lo primero sería Canadá o Bélgica. El federalismo en uno y otro
caso adopta, o puede adoptar, formas diferentes en la medida en que exista o no
el problema mencionado, y en la medida en que se desee solucionar dicho
problema recurriendo a instrumentos o técnicas federales o no. En el primero de
los casos, el federalismo se entiende como la especial forma de organización
jurídico-territorial del poder de un pueblo o nación que se considera uno. En el
segundo de los casos, si se opta por el federalismo como solución al problema
de la plurinacionalidad conflictiva, se entiende éste como el especial modo de
organizar jurídica y territorialmente el poder político de varios pueblos o
naciones que acuerdan unirse libremente. En la medida en que en España hay un
conflicto entre diferentes nacionalismos (español, vasco, catalán,
principalmente), recurrir al instrumento federal sólo sería inteligente y útil
si se tuviese la voluntad de unir por voluntad propia y en igualdad de
condiciones y derechos los pueblos o naciones que tengan que formar una futura
federación española. Eso, naturalmente, si se quiere resolver el problema de la
plurinacionalidad conflictiva, lo que quiere decir que el modelo óptimo sería
un modelo pactista plurinacional, es decir, un modelo que piense la federación
como producto de un pacto constituyente libre entre diferentes pueblos o
naciones libres.
2. ¿Hay que ser Estado antes?
Las respuestas
de los expertos a esta pregunta son terriblemente parciales e ignorantes,
muchas de ellas con un claro sesgo nacionalista de Estado (nacionalismo español
aquí), otras vagas o de un simplismo desolador. Triste, pero cierto. Nuevamente
la única que se salva en cierto modo es la del experto 3.
Respuesta
experto 1: “Casi nunca ha sido así. De hecho, sólo hay que observar que las federaciones que hoy están más consolidadas no
se van a constituir entre diferentes Estados soberanos a priori, sino entre territorios
excoloniales –como es el caso, por ejemplo, de los EEUU, Australia o Canadá–, o
fueron el resultado de reorganizaciones internas de un Estado ya preexistente.
En este lugar tenemos casos como Alemania, Austria y Bélgica”. Mi comentario: es falso que casi nunca haya
sido así. Muchas veces ha sido así, como de hecho se ve con algunos de los
ejemplos que da el experto 1, EEUU o Alemania, cuya creación fue el producto de
cuerpos políticos soberanos, que en algunos casos ya tenían forma de Estado,
como lo muestra el ejemplo de los “States” norteamericanos. El hecho de que
fueran antiguas colonias nada importa de hecho aquí, pues a efectos prácticos,
en derecho público y en derecho internacional público, no importa que un cuerpo
político sea ya Estado o no. Importa, sí, que se comporte como tal y se le
reconozca como tal. Por otro lado, si se sigue el argumento del experto 1:
¿cómo demonios explicar la creación de los EEUU si se niega la soberanía a las
13 colonias fundadoras? Sorprendente…
Respuesta
experto 2: “No. No hay que confundir federaciones con confederaciones. En el
caso de las confederaciones sí que es necesario ser Estado antes, pero ese no
es el caso de las federaciones”. Mi
comentario: el experto 2 se agarra a la tesis de la doctrina dominante que
separa de manera rígida experiencias federales de derecho público o constitucional
y experiencias federales de derecho internacional público. El problema es que
se trata de una tesis de claro sesgo nacionalista-estatalista, es decir, que se
trata de una tesis ideológica, no científica, cuyo objetivo es resolver de una
vez por todas los conflictos de soberanía que puedan surgir –y de hecho surgen,
como sabemos- en el orden jurídico estatal (en derecho constitucional),
reenviándolos al derecho internacional. El experto 2 haría bien en leer algunos
de los clásicos del federalismo (Kelsen, Schmitt, etc.) y algunos de los
trabajos científicos más recientes sobre el federalismo (Beaud, Gagnon, Parent,
etc.).
Respuesta
experto 3: “Para hacer una federación plurinacional, primero habría que
reconocer la existencia de diferentes sujetos nacionales. El TC ya ha negado
con el Estatut y el Plan Ibarretxe la existencia de otro sujeto diferente del
español, y eso lo hace imposible”. Mi
comentario: estoy de acuerdo. Si el federalismo quiere resolver el problema que
plantea el pluralismo nacional, parece obvio empezar identificando los sujetos
nacionales de la federación plurinacional futura. Lo que diga, por otro lado,
el TC es irrelevante si los diferentes nacionalismos se ponen de acuerdo en
crear una federación plurinacional.
Respuesta
experto 4: “Decir que para federarse antes hay que tener un Estado es un
planteamiento quimérico. España ya existe como Estado democrático que garantiza
los derechos y deberes de sus ciudadanos. Lo encuentro un planteamiento
inviable, extraño”. Mi comentario, muy corto:
Rosa Díez, ¡sal de ese cuerpo!
Respuesta
experto 5: “No pienso que haya que plantearlo así. Sería absurdo separarse para
luego federarse. Las federaciones como Alemania, los EEUU y Suiza se han hecho
más para unirse que para alejarse”. Mi
comentario: absurdo e ingenuo es pensar que es posible unir o mantener unidos
por la fuerza a pueblos y naciones que se consideran diferentes, y que los
pueblos y naciones a las que se les impone tal modelo van a aceptarlo tan
felices y sin oponer resistencia. Absurdo es también pensar que las pautas
seguidas en procesos federativos como los mencionados (todos del siglo XVIII y
XIX, cuando la democracia era un ideal lejano) pueden servir en el siglo XXI,
en democracias liberales consolidadas.
Comentario
general: 4 de los 5 expertos responden a la pregunta con argumentos falsos y
parciales, claramente ideológicos, orientados a proteger las tesis fuertes del
sistema actual español. Todo un ejemplo de lo que la ciencia no debe ser.
¿Cómo
contestar a la pregunta 2 con un mínimo de claridad? Bien, en realidad no es
necesario que un cuerpo político, como Cataluña, tenga ya un Estado antes de
crear una federación. Basta con que dicho cuerpo político se comporte como tal,
y los restantes cuerpos políticos en el orden estatal e internacional le
reconozcan tal condición. En el caso de que España llegare a plantearse crear
una federación plurinacional, no sería necesario proceder primero a una
declaración de independencia de Cataluña, País Vasco, Andalucía, etc., sino que
bastaría con utilizar una ficción jurídica, y ponerse de acuerdo todos para
decir: “vamos a considerar que a efectos de crear la federación plurinacional
española, Cataluña, País Vasco, Andalucía, etc., son ya soberanas, son ya un
Estado, aunque sepamos que aún no lo son”. Como toda ficción jurídica, se cree
en la existencia de algo, y de unos derechos que le asisten, aunque se sepa que
lo que se dice que existe no existe en realidad. Por ejemplo: el hijo concebido
pero no nacido (nasciturus), no
existe realmente hasta que nace, pero el derecho hace como si existiera ya con
el objetivo de protegerlo. La nación es otra ficción jurídica: no existe
realmente, pero hacemos como si existiera. Hay incluso quien acaba creyendo que
realmente existe… Pues bien, en nuestro caso tendríamos lo mismo: a efectos de
crear la federación plurinacional española, si eso es lo que se quiere, se
podría hacer como si los entes federados fuesen ya Estados soberanos. Diría
incluso más: si se quiere la federación plurinacional, y si se entiende que
ésta es una unión libre de cuerpos políticos diferentes, entonces dicha ficción
jurídica es necesaria cuando, como en el caso español, se va de la unidad a la
federación.
Conclusión
Las respuestas
de los expertos muestran que nuestro conocimiento del federalismo es vulgar,
está lleno de lugares comunes, vaguedades y fórmulas que imponen mucho (por su
opacidad) cuando en realidad están huecas. Urge llamar la atención de los
científicos y expertos para que reflexionen sobre lo que la ciencia es e
implica. Reproducir a troche y moche banalidades y lugares comunes como los que
encontramos en las respuestas de los expertos no es lo que exige precisamente
de científicos expertos una sociedad democrática responsable. Se les exige –se
nos exige- mantener una distancia crítica, necesaria, respecto de nuestro
objeto de estudio, someter una y mil veces a juicio crítico y reactualizar lo
que sabemos y conocemos, o creemos saber y conocer. Dudar y reflexionar, tal es
el trabajo del científico. Sobre el federalismo ni se duda ni se reflexiona lo
suficiente. Todo vale. Por fortuna tenemos mejores expertos en medicina o
mecánica que en federalismo.
Jorge Cagiao y Conde
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