Hay temas en los que lo que la
ciencia nos dice y explica no se tiene en consideración. Es más, el discurso
político consigue incluso hacernos creer que lo que la ciencia dice es falso, y
por eso no se ha de tener en cuenta. Ejemplos claros de esto son las
conclusiones científicas obtenidas en los últimos 20 o 30 años en cuestiones
relacionadas con el nacionalismo y el federalismo. Veamos brevemente algún
ejemplo concreto.
Nacionalismo: los
estudios científicos llevan años explicando que al lado del clásico
nacionalismo subestatal existe desde el inicio de nuestra modernidad política
(desde las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII) un nacionalismo
de Estado. Eso ha sido así y lo sigue siendo. Para botón de muestra, la
reacción ante lo que se han podido considerar ataques (el famoso enemigo que
necesita el nacionalismo), desde fuera (atentados en EEUU o recientemente en
Francia) o desde dentro (el proceso catalán), a los valores nacionales y hasta
a su unidad, entendida ésta en el caso español (agárrense que vienen curvas)
como pre-política, esto es fuera de cualquier negociación o pacto que pudiere
alterarla, siempre en sentido de “menguarla”, pues el discurso político así lo
entiende: la nación puede tener bebés o adoptar (otros territorios) pero no
amputar una parte de su ser.
Si esto se sabe (o debería
saberse, pues hay cientos de páginas científicas al respecto), no se entiende
que se sigan escribiendo libros, artículos de prensa, etc., en los que el
simple hecho de que exista un nacionalismo de Estado o se ignora o se niega
directamente. Es así como, por ejemplo, el término nacionalismo para cualquier
ciudadano español remite al nacionalismo catalán, vasco o gallego, y nunca al
español. Normal, pues es lo que el discurso político que encontramos en muchos
libros (aparentemente serios), periódicos, radios, teles, etc., explica a los
ciudadanos. En otras palabras, lo que explican es bullshit, ni más ni menos. Y tal cual se la traga (con perdón) el
ciudadano. Para este último, el discurso científico es poco menos que el discurso
de iluminados gafapasta que no se han enterado de la misa la mitad. Normal, por
otro lado, pues no son creyentes. Política 5 – Ciencia 0.
Federalismo: los
estudiosos del federalismo han podido explicar en los últimos 20 años cómo el
nacionalismo de Estado ha afectado profundamente los valores y fines propios
del federalismo. Al ser aquel el modelo político dominante (un Estado, una
nación), a él ha tenido que adaptarse el federalismo. Esto es algo que se pasa
por alto en un gran número de comentarios y análisis aparentemente serios que
nos dan a entender que si hoy tuviésemos que crear un sistema federal habría
que copiar el modelo de federalismo adaptado al nacionalismo de Estado (¡curioso
en un mundo que proclama y vende el post-nacionalismo!), en vez de, no sé, por
ejemplo, tratar de ver si no sería preferible (porque mejor adaptado a la realidad
que habría de regular) a ese modelo ideológico un modelo diferente que tenga en
cuenta, por ejemplo, todo aquello a lo que el federalismo ha ido renunciando en
su larga historia de adaptación al nacionalismo de Estado. Por ejemplo, un
modelo constitucional pactista (compact
federalism norteamericano). Por ejemplo, la idea inicial según la cual en
una federación, lo que encontramos son Estados, y no entes territoriales subordinados
políticamente a un Estado central. Por ejemplo, por cierto: la idea misma de
que en una federación pueda existir algo parecido a un Estado central. Y un
largo etcétera.
Si sobre esto también se han
escrito muchas páginas científicas, la impresión es que el discurso político
las ignora, cuando no las niega. Y es así como nos encontramos políticos e
intelectuales (nacionalistas que se ignoran) que nos hablan maravillas del
único federalismo que son capaces de ver y apreciar: el federalismo adiestrado
por el nacionalismo de Estado. Y es así también como nos encontramos con “federalistas”
europeos que, sin darse cuenta quizás, nos pintan un federalismo para la UE que
se parece mucho al federalismo de Estado nación al que antes me refería. Y es
así como también, y en contra de evidencias empíricas numerosas e irrefutables
(amén de cuestiones de lógica federal en las que no entro, aunque se debería)
se sigue explicando que el sistema español es federal. Y el político tan
contento, pues gana él. Pierde de nuevo el discurso científico. Política 5 –
Ciencia 0.
Pierde la ciencia por goleada.
A lo mejor esto explica por qué
entre los obreros de la ciencia, muchos prefieren adoptar el discurso ganador:
el discurso político.
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