jueves, 29 de diciembre de 2016

El referéndum y sus adversarios catalanes. ¿Qué fue de la autonomía?

Esta es la versión en castellano del texto que amablemente me publicaron ayer en Vilaweb. La traducción en catalán puede leerse pinchando en este enlace 
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Aceptando el riesgo que conllevan las predicciones, es posible ya adelantar que o bien no habrá referéndum en 2017 (o en 2018) o bien éste no servirá para lo que se supone que ha de servir: resolver de una vez el conflicto que opone en Cataluña a los soberanistas y a los unionistas a fin y efecto de decidir el futuro político de los catalanes. Para que fuese así, tendría ese referéndum que contar con un apoyo amplio de los partidos políticos catalanes y de la sociedad civil. Y esto es lo que falla, sobre todo por parte de los partidos políticos que rechazan la organización de un referéndum unilateral (CSQEP/Comunes, PSC, C’s, PP). Subrayemos el “sobre todo” pues es hasta probable que la sociedad civil tenga ante el problema una posición más pragmática, esto es, más preocupada por que el problema pueda resolverse a corto plazo. Y si el referéndum unilateral puede hacerlo -podrían quizás preguntarse muy mayoritariamente los catalanes-, ¿por qué no, a fin de cuentas? Por eso importa poner el foco en los partidos políticos catalanes que obstaculizan esta vía de solución al problema.

Debe quedar claro algo que ha hecho ya correr demasiada tinta. Es cierto: lo más probable es que el Estado español no acepte a corto o medio plazo negociar un referéndum de independencia como el escocés, y, de este modo, como tampoco aceptará interpretar las normas jurídicas de las que ya dispone el ordenamiento jurídico español para llevar a cabo la mencionada consulta, el referéndum será ilegal. Pues bien, habría que preguntar: ¿Y? Es cierto, el referéndum sería ilegal, pero, ¿alguien piensa realmente que un referéndum de independencia apoyado por todos, o casi todos, los partidos políticos catalanes, y con una amplia participación, podría ser parado o ignorado por el Gobierno español? ¿En serio? Yo creo que no. Es más, creo que el Estado español lo primero que haría sería sacar del armario a su mejor negociador para poder realizarlo de manera pactada y poder así meter baza en esa consulta. Por lo demás, una intervención por la fuerza, en contra de la voluntad expresada por todos o casi todos los partidos políticos catalanes (si se diese el caso), sería un desastre, una vergüenza para el Estado español. Es por ello una opción que parece descartable.

Si se entiende esto, lo que de ello se desprende es que, en contra de lo que se ha venido diciendo y pensando estos últimos años, la llave del conflicto en estos momentos no la tiene el Estado español (por supuesto que la tiene, si la quisiera usar), sino los políticos catalanes en su conjunto. Van ya 30 años largos de luchas constantes por profundizar la autonomía territorial de los catalanes, quejas en todos los ámbitos posibles e inimaginables, que lo que han hecho y hacen es denunciar (con mayor o menor razón, es lo de menos) los abusos del Gobierno español. No hay un solo partido político catalán con representación en el Parlament, ni uno solo, que no gesticule o se llene la boca con la defensa de la autonomía política: unos, financiación, otros, lengua catalana, otros, infraestructuras, etc. Y hete aquí que cuando surge la mayor crisis política que ha tenido Cataluña desde 1978, y el Estado español decide no hacer lo necesario para resolverla (pudiendo y teniendo medios para hacerlo), en vez de recurrir todos los partidos políticos a ese codiciado instrumento que es la autonomía política de la que disponen con el fin de resolver ese problema de manera autónoma, sin la tutela del Estado español, algunos de ellos prefieren mirar hacia la capital del Estado en busca de alguna señal que les sirva de guía en vez de resolverlo como adultos, esto es, de manera autónoma.

Se me dirá, que ese referéndum seguiría siendo ilegal, que no tendría entonces efectos jurídicos, etc. Pero esto es engañarse y querer engañar a la gente. Si no tiene efectos jurídicos, razón de más para que se pueda hacer y para que su prohibición por parte del Estado resulte desproporcionada e incluso absurda. Mas, preguntémonos algo: si realmente los partidos políticos catalanes aceptaran resolver de una vez por todas el problema (lo que a lo mejor ellos no desean, pero los ciudadanos probablemente sí) mediante un referéndum, ¿quién puede pensar que ese referéndum no tendría ningún efecto ni consecuencias? Los partidos políticos catalanes que niegan a los ciudadanos ese referéndum deberían reflexionar sobre el significado de la autonomía política y su compromiso con ella, sobre la necesidad de que los políticos aporten soluciones a los problemas, sobre todo cuando éstas están en sus manos. Es muy fácil acusar a un Gobierno catalán que legítimamente (porque democráticamente) arrastra a la sociedad catalana a ese choque de trenes que tanto invocan y nunca llega (¿puede haberlo? ¿son trenes del mismo tamaño?), y a un Gobierno español que legítimamente (porque democráticamente) arrastra a la sociedad española en su conjunto a un conflicto que no puede ser más que contraproducente, pero ¿por qué acusar a nadie cuando se tiene la solución en sus manos? ¿No sería más responsable y cívico dejar que fuesen los catalanes quienes expresasen de manera autónoma su voluntad respecto del futuro político de Cataluña, apoyando y reforzando un referéndum de independencia? Si los partidos políticos catalanes que rechazan el referéndum unilateral no lo entienden así, ¿con qué cara van a poder defender mañana la autonomía política de los catalanes si no han sido capaces de recurrir a su autonomía y consultarlos ante la peor crisis política de su historia en democracia? 


 

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