viernes, 19 de septiembre de 2014

Tres reflexiones rápidas tras el NO en el referéndum escocés



Los escoceses han votado por el NO por una relativamente cómoda mayoría (55-45). A pesar de que los sondeos anunciaban un resultado más apretado, no se puede decir que haya habido sorpresa. Tres son las reflexiones rápidas que me vienen a la cabeza a pocos minutos de saber el resultado:

1.    La dificultad del voto por la independencia en democracias consolidadas (de mayor o menor calidad). Votar por la independencia parece ser una elección terriblemente difícil en contextos en los que los principios y valores básicos de la democracia se encuentran asegurados. El miedo ante la incertidumbre no favorece desde luego el voto independentista en contextos en los que hay algo que perder. Ya saben el dicho popular: más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Es imposible medir el impacto exacto de lo que algunos han llamado la “campaña del miedo” de los unionistas, pero no cabe duda de que ha pesado en el resultado final. Apunto sólo que a la vista de lo difícil que resulta obtener una mayoría por la independencia en contextos democráticos (como Canadá o el Reino Unido), y tratándose de candidatos serios, como Quebec o Escocia, es decir viables económicamente y comprometidos con los principios y valores de las democracias liberales avanzadas, el argumento que algunos han esgrimido exigiendo mayorías cualificadas (más de un 50% + 1 voto) para la independencia parece exagerado y traduce seguramente una intención injusta e injustificada de dificultar todavía más la obtención de una mayoría por la independencia en contextos democráticos.

2.    Gana el NO: ¿gana “con claridad” el NO? En el debate académico y público en torno a la pregunta de un referéndum de independencia se ha insistido mucho en la claridad del enunciado de la pregunta. La pregunta del referéndum escocés era todo lo clara que podía ser: ¿independencia sí o no? El problema surge, a mi modo de ver, en las últimas semanas, cuando los unionistas deciden, ante la sorpresiva subida del YES en los sondeos, ofrecer mayores competencias a los escoceses en caso de que voten NO. Y aquí es donde se rompe con la claridad de la pregunta del referéndum. Lo que en realidad se ha preguntado ayer ya no era el “independencia” o “quedarnos como estamos” de la pregunta pactada entre el gobierno escocés y el inglés, sino una pregunta diferente: independencia o mayor autogobierno. La promesa de mayores poderes ha cambiado informalmente la naturaleza y sentido de la pregunta que ayer se hizo a todos los votantes en Escocia. No cabe por lo demás la menor duda de que la campaña habría sido diferente si lo que finalmente se ha preguntado se hubiese planteado claramente desde el inicio: Independencia, mayor autogobierno o statu quo ¿De qué manera puede haber influido la promesa de mayores poderes en el resultado final? Es muy difícil medirlo pero no cabe duda de que muchos votantes que habrían podido votar por la independencia en caso de una elección entre independencia o statu quo, lo habrán hecho finalmente por el NO tras considerar la oferta de los líderes unionistas. En mi opinión, la oferta unionista (deseable para muchos escoceses y observadores) ha modificado el significado de la pregunta del referéndum e introducido de esta forma un elemento que afecta ciertamente a su claridad. Se pueden sacar de esto dos lecciones al menos: 1) que las preguntas binarias no siempre tienen la claridad que se pretende, pues una intervención posterior imprevista (recordemos que el gobierno inglés rechazó una opción de mayor autogobierno en la pregunta del referéndum) puede modificar el significado de la pregunta; 2) la necesidad de introducir reglas de fair play en la campaña para evitar que lo que se pregunta, si tiene claridad, pueda verse modificado por una actitud contraria a lo pactado de alguna de las partes. Porque de lo contrario, ¿qué queda de la claridad?

3.    El mayor autogobierno como opción preferida. Lo vengo diciendo en este blog desde hace tiempo: un federalismo ambicioso puede evitar la independencia y, al mismo tiempo, la opción (o miedo) de la independencia puede y suele llevar al federalismo. Lo sabíamos desde hace tiempo y ayer se ha confirmado: los escoceses prefieren la Devo Max, pero para saberlo realmente ha habido que pasar por un referéndum de independencia. Se abre ahora un periodo de negociación en el que los escoceses acabarán con un mayor autogobierno y habrá que estar atento a la evolución de dichas negociaciones. Lo que sí parece claro, es otra lección del referéndum, es que tendríamos que empezar a tomarnos más en serio el federalismo y a explorar las posibilidades que ofrece en nuestras sociedades complejas, sobre todo en aquéllas que lo son desde el punto de vista del pluralismo nacional. 



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